En la segunda mitad del año 2008 se desató la que, según varios influyentes economistas, sería la peor crisis económica en 60 años, con efectos adversos no solo en los mercados financieros y monetarios de los países industriales sino también sobre el crecimiento económico de los mismos.
Las turbulencias que se sucedieron en los mercados financieros globales casi automáticamente originaron restricciones financieras que limitaron el flujo de capitales hacia América Latina. Esta situación había hecho renacer nuevamente el temor al advenimiento de una crisis bancaria en cada país de la región debido a un efecto de contagio, donde Paraguay no sería la excepción.
Como era de esperarse Uruguay no pudo mantenerse aislado de los efectos de la crisis internacional, lo que se manifestó en la importante caída que sufrió el nivel de actividad en el primer trimestre del año, que siguió a la notoria desaceleración del cuarto trimestre del año pasado. Según las cifras publicadas por el BCU, el PBI habría caído 2,9% en términos desestacionalizados respecto del cuarto trimestre de 2008. Utilizando una metodología de desestacionalización diferente a la del BCU, las estimaciones de cinve indican una caída menos pronunciada (de 1,9%), aunque de cualquier forma muy importante. En el capítulo 3 se analiza con mayor detalle las diferencias metodológicas consideradas para la extracción de componentes estacionales, su implicancia para la extracción de señales y para el diagnóstico de actividad.
Impasse puede definirse como una situación de negociación a la cual no se le encuentra salida y se encuentra en punto muerto. Si se repasa lo ocurrido durante el período de algo más de un mes transcurrido desde las elecciones del 28 de junio este término parece el correcto para caracterizar la situación actual de la economía Argentina. Luego de que el resultado electoral transformara el equilibrio de poder de manera sustancial, cabía esperar negociaciones intensas en varios frentes para adaptar las políticas y formas de ejercicio del poder vigentes a la nueva realidad política. Dos frentes clave en este sentido eran el económico y el político. En ninguno de los dos hubo avances. Aunque el gobierno parece muy activo, lo cierto es que no se llega a vislumbrar cuál es el sentido de esa actividad.
I. EL COMERCIO DE SERVICIOS Y SU LIBERALIZACION
1. El comercio de servicios
El comercio internacional de servicios se ha constituido en uno de los temas nuevos de mayor preponderancia. A partir de los ´90 las negociaciones del comercio de servicios involucran a la OMC, a las negociaciones del MERCOSUR, y a eventuales negociaciones futuras, por ejemplo, MERCOSUR-Unión Europea.
Existen básicamente cuatro tipos de transacciones de servicios: i) el individuo de A consume en el país A un servicio producido en el país B sin que el productor B se desplace (similar al comercio de bienes) ; ii) el individuo de A viaja al país B y consume servicios (turismo, educación, atención médica); iii) el individuo de B se establece para proveer servicios en el país A (Inversión Extranjera Directa); iv) el individuo de B viaja al país A para asesorar en determinadas actividades.
Desde 2004 un conjunto de países emergentes se sumó a la Unión Europea. Como condición para la integración, los nuevos miembros debieron implementar profundas reformas asociadas a la corrección de desequilibrios macroeconómicos, la liberalización y la apertura. El acquis communaitaire adoptado por los nuevos miembros se sostiene en cuatro pilares: el criterio de Maastricht sobre convergencia, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) para la coordinación de la política fiscal, la Agenda de Lisboa para las reformas estructurales y el Plan de Acción de Servicios Financieros (PASF) -y asociados- para la cuestión financiera. Luego de cinco años de continua integración, la Europa emergente aparece como la más afectada por la crisis actual. Crisis bancarias generalizadas, dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública y la necesidad de un fuerte ajuste para cerrar la brecha externa operan como un fuerte contrapeso a la hora de evaluar el éxito de la estrategia de integración.
La balanza comercial brasilera registró un superávit de U$S 4,6 mil millones en junio, resultado de exportaciones de U$S 14,5 mil millones e importaciones de U$S 9,8 mil millones
Las exportaciones tuvieron una caída de 22,2% en relación a junio de 2008 y las importaciones sufrieron una reducción de 38% en la misma comparación.
La crisis actual se inició en Estados Unidos y Gran Bretaña pero sus efectos se propagaron rápidamente y adquirieron un alcance global, poniendo a prueba los recursos y la capacidad de respuesta de los distintos niveles de gobernanza de la economía internacional. La evidencia indica que, a pesar de la profunda integración de los mercados de bienes, servicios y capitales, las respuestas de política han sido principalmente nacionales. En el plano global se registraron atisbos incipientes de cooperación y las respuestas regionales sólo adquirieron alguna relevancia (aunque bastante acotada) en el caso de la Unión Europea.
A final del pasado junio, la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU aprobó un proyecto de ley que establece reglas sobre el clima y el uso de energía de ese país – “The American Clean Energy and Security Act of 2009”. Dentro de otras medidas, el Acta incluye una agenda extensa y detallada con el objetivo de reducir los gases de efecto invernadero (GEI), basada en un sistema de control (CAP) de esos gases y de comercialización (TRADE) de licencias que pondrían un precio a la emisión de carbono.
La economía paraguaya se contrajo un 4.1% en términos de la tasa interanual en el primer trimestre del año 2009 y un 4.6% en términos de la tasa intertrimestral, presentando una fuerte caída luego de 23 trimestres consecutivos de crecimiento económico. Esta baja se debió más que por la crisis internacional, por un problema interno muy importante: “la sequía”, que incidió con mucha fuerza sobre los cultivos agrícolas y sectores económicos relacionados con el mismo.
La vieja máxima de que los generales siempre se están preparando para luchar una guerra pasada parece una buena explicación para la sorpresa que generó en todos –gobierno y analistas- la súbita e intensa fuerza con la que la crisis internacional alcanzó a la economía brasileña desde el último trimestre del año pasado. A fin de cuentas, ¿no estábamos mejor preparados para enfrentar shocks externos?