Argentina: entre las buenas noticias internacionales y los desafíos de la política

2009

Hace ya un tiempo que la Argentina está cursando un proceso recesivo. Por eso es una buena noticia que estén apareciendo indicios de que ese proceso podría tender a atenuarse. No obstante, como estos indicios son todavía muy débiles, la pregunta que naturalmente surge es: ¿hay margen para ser moderadamente optimista respecto de un robustecimiento de estos indicios? Si fuera posible abstraer los condicionantes políticos, seguramente sería razonable dar una respuesta afirmativa a esta pregunta, sobre todo debido a las mejoras en la situación internacional.

cheapest cialis cialis with next day delivery purchase cialis on line order generic cialis softtabs good El entorno internacional muestra tres aspectos claramente positivos. El primero es que hay signos de que las medidas anti-crisis han surtido efecto y que, en consecuencia, la recesión internacional encontró un  piso a partir del cual crecer en 2010. Una forma simple de constatar el cambio que se ha producido en la percepción sobre la situación internacional es observar cómo el FMI ha ido revisando sus estimaciones sobre la evolución esperada de la economía mundial. Mientras hacia fines de 2008 y comienzos de este año, cada revisión del Fondo se traducía en escenarios más pesimistas, en los últimos meses ha estado ocurriendo lo contrario. Así, en la última versión del World Economic Outlook, el FMI corrigió hacia arriba en un 0.3% la estimación de crecimiento para 2009 y en un 0.6% para 2010, de forma que para 2009 la tasa mundial queda en -1.1% y para 2010 en 3.1%. Esto significa que el mundo estaría de nuevo creciendo el año que viene.

El segundo aspecto positivo es que la reunión del G-20 reafirmó la intención de buscar soluciones cooperativas a los desequilibrios internacionales y de dar mayor participación a los países emergentes en las decisiones internacionales. Una consecuencia directa de este hecho es que será más fácil acceder al crédito de los organismos internacionales, que están hoy empeñados en evitar que la demanda de exportaciones de los países afectados por la crisis se deteriore aún más.

Un tercer aspecto positivo tiene que ver con la región. Más específicamente, el Brasil –que es una fuente importante de demanda para nuestras exportaciones industriales– muestra claros signos de recuperación y lo hace en un contexto en que su moneda probablemente experimentará una cierta tendencia a apreciarse, en la medida que se mantenga el aumento en el apetito por riesgo emergente que se ha venido observando recientemente.   

Es importante, no obstante, ubicar las transformaciones en la situación internacional en su justa dimensión. Las buenas noticias para 2010 no significan, en absoluto, que haya vuelto el “viento de cola" con que se favoreció nuestra economía en los años previos a la crisis. La coyuntura internacional muestra todavía rasgos significativos de debilidad. A saber: la recuperación del nivel de actividad es aún muy dependiente del estímulo fiscal; todavía es largo el camino que falta por recorrer para estabilizar el crédito al sector privado; los desequilibrios mundiales entre países deficitarios y superavitarios persisten y la deuda pública aumentó significativamente en muchos países como consecuencia de las medidas anti-crisis.

En este contexto, una pregunta que no tiene respuesta firme aún es: ¿seguirá el mundo creciendo luego de la crisis al ritmo en que lo hacía en el período previo a la misma o, por el contrario, se ha producido un dañó permanente en la capacidad de crecer de aquí en adelante? La respuesta, por supuesto, podría ser diferente para países diferentes. Por ejemplo, según las estimaciones del FMI, el mundo emergente liderará el crecimiento futuro y su capacidad de crecer habría sufrido menos daño permanente que la de los países desarrollados. Pero más allá de esto, la economía internacional difícilmente mostrará tasas de crecimiento importantes como un todo si los países desarrollados entran en un período de estancamiento.  

Hoy por hoy, desde el punto de vista de la Argentina, el elemento más preocupante de la evolución esperada de la economía mundial es que, a pesar de la recuperación en el nivel de actividad, no se espera un crecimiento importante en los niveles de comercio internacional. En efecto, a pesar de que en 2009 el volumen de comercio mundial caerá casi 12%, para 2010 sólo se espera un aumento del 2%. Esto ciertamente está en concordancia con el hecho de que el elemento más importante en la estabilización del nivel de actividad en las economías desarrolladas lo jugó el gasto público y no la expansión del sector transable. En este contexto de debilidad del comercio, se espera que el precio de las commodities no petroleras sólo aumente un dos por ciento en 2010. La reciente evolución a la baja del precio de la soja es consistente con un escenario de esta naturaleza y está indicando que el gobierno no podrá, probablemente, contar con recursos provenientes de impuestos al comercio exterior como fuente de ingresos fiscales.   

Lamentablemente, el recurso de abstraer las variables políticas del cuadro de la coyuntura es sólo válido en el plano metodológico; en la vida real estas variables juegan un rol crucial y cuando se las considera en la situación actual, el margen para el optimismo se reduce sensiblemente: la situación política de la Argentina es tensa y presenta varios focos potenciales de inestabilidad. La conjunción de tensión e inestabilidad en el plano político está actuando como un peso muerto para la reactivación de la economía. 

La situación política es tensa porque el gobierno sigue profundizando la estrategia de exacerbar el conflicto con la oposición como forma de reforzar su posición luego del traspié electoral de junio. El núcleo de la estrategia es simple: plantear cuestiones de alto contenido ideológico, que obliguen al arco opositor a elegir entre alternativas de tipo binario y erigirse como referente claro de uno de los polos en la elección binaria planteada. Esto fue muy claro en el caso de la ley de medios, donde el par binario tomo la forma de  “progresismo vs. monopolios” y donde el gobierno se auto-posicionó como referente progresista. Esta estrategia fue altamente eficaz para captar parte de los votos de izquierda en el parlamento. Aunque, por supuesto, esa estrategia fue complementada con la más tradicional y pragmática de presionar sobre legisladores cuyas provincias están necesitadas de caja.

Podría argüirse, no obstante, que si bien es cierto que la forma acelerada en que el gobierno obligó a actuar a los legisladores generó tensión, no está claro que esto también haya contribuido a generar inestabilidad política potencial: al anotarse una victoria legislativa el gobierno podría haberse reforzado políticamente, recuperando parte del terreno perdido luego de la última elección. Esta hipótesis, sin embargo, es difícil de sostener cuando se evalúan los hechos a la luz de la situación de la economía en general y de la fiscal en particular. Hay cuatro puntos que vale la pena remarcar por su rol determinante en cuanto focos potenciales de conflicto.

Primero, el gobierno destrató al sector de la oposición que no apoyó el proyecto. Esto ha generado un pésimo clima para generar consensos y se acerca una etapa de ajustes económicos, como de hecho lo sugiere el presupuesto presentado recientemente. Buena parte de los ajustes se harán sentir luego de diciembre, cuando la composición del congreso cambie y se necesite la colaboración, al menos tácita, de la oposición.

Segundo, el ala progresista que apoyó al gobierno no necesariamente comparte un proyecto político más amplio con éste. Si las autoridades desean que se mantenga ese apoyo, deberán cumplir dos requisitos. Por una parte, será necesario encontrar nuevas opciones binarias ideológicamente interesantes y movilizadoras. El problema aquí es que no quedan muchas que sean compatibles con un clima mínimamente favorable a la inversión privada. Exacerbar aún más las cuestiones ideológicas es posible, pero ello se pagará con una mayor fuga de capitales. De esto dan testimonio los más de 40.000 millones de dólares que salieron en el marco de los conflictos que ya ocurrieron en relación con el campo, la nacionalización de los fondos jubilatorios, etc. Por otra parte, el gobierno debe evitar que se produzcan opciones binarias que no controla. Por ejemplo, reprimir o no reprimir la protesta social; actuar o no ante la ocupación del espacio público. El conflicto de Kraft es una muestra de opción binaria no controlada con potencial desestabilizador. En este sentido, el problema que enfrenta el gobierno es que deberá reafirmar una y otra vez su condición de progresista en un contexto en que necesitará realizar ajustes fiscales en subsidios, controlar el aumento en los gastos salariales del sector público y recrear un clima de inversión compatible con la reactivación de la economía.    

Tercero, la estrategia de premios y castigos utilizada en el caso de los legisladores provinciales funciona en la medida que sea creíble. Para ganar credibilidad no sólo hay que castigar, también hay que repartir los premios prometidos y las cuentas fiscales no dejan excesivo margen de acción para las autoridades. Si bien la evolución reciente de los mercados sugiere que se descarta un evento de default, ello no implica que lograrlo vaya a ser fácil: habrá que decidir quién recibirá fondos y quién no y ello será una fuente permanente de tensiones políticas.

Cuarto, una alternativa que le daría aire al gobierno y le permitiría suavizar el ajuste sería la de acceder a financiamiento. Para ello sería necesario avanzar en la relación con el FMI, el Club de Paris y los “hold outs”. Esto podría abrir alternativas de acceso al crédito tanto de mercado como de organismos. Avanzar en este sentido, paradójicamente, al tiempo que permitiría suavizar el ajuste tendería a debilitar el apoyo del ala “progresista”. Las dificultades para incluir este punto en la estrategia política general del gobierno son evidentes. Por ejemplo, no está claro cuánto apoyo tienen las gestiones que realiza el ministro de economía en relación con el FMI: ¿está el gobierno dispuesto a reconsiderar su estrategia en el INDEC? ¿Está dispuesto el gobierno a reconocer los índices verdaderos de pobreza? 

En este contexto de incertidumbre el gobierno presentó un presupuesto que es difícil de evaluar, ya que no está claro cuánta credibilidad asignarle. De cualquier manera, la meta de crecimiento que plantea (2,5%)  no está muy lejos de lo que espera el sector privado y es sólo algo superior a la proyectada por el FMI en el WEO, de un 1,5% para 2010. La meta de inversión, sin embargo, es bastante optimista a la luz de lo ya comentado: se espera que crezca en términos reales un 8%, como también lo es la meta de inflación que se ubica en un 6,1%, muy alejada de la que esperan los analistas. Como el tipo de cambio se proyecta en 3,95, el tipo de cambio real se apreciaría considerablemente. Esto es poco compatible con incentivos al sector transable que ayuden a la reactivación por el lado de las exportaciones.

Como se dijo, el presupuesto sugiere que el gobierno intentará un mayor ajuste fiscal, con un crecimiento de los ingresos de 16% y de los gastos de 12,3%. Esta proyección implica un fuerte ajuste si se toma en cuenta que los gastos están creciendo hoy al 25%. Un punto bastante poco “progresista” es que salud, educación y vivienda esperan subas de 2% nominal, lo cual implica una fuerte caída en términos reales. La masa salarial aumentaría en forma similar a la inflación pero los subsidios caerían fuertemente en términos nominales (un 13%).

En suma, al estar la coyuntura dominada por la acción de fuerzas de sentido contrapuesto en el plano internacional y el doméstico,  no sorprende que los indicadores económicos estén arrojando resultados que revisten una cierta ambigüedad. Por una parte, ha amainado la salida de capitales y los indicadores de actividad de diferentes fuentes señalan que se está desacelerando la caída e, incluso, que existe un leve repunte en relación al mes anterior. Pero, por otra, no se observa una recuperación del gasto y, sobre todo, de la inversión, que permita anticipar un rebote significativo en el nivel de actividad. La incertidumbre sobre la estabilidad de las reglas de juego –exacerbada por los “daños colaterales” de la ley de medios sobre los derechos de propiedad– son una limitante importante en este sentido.        

De cualquier forma, es importante considerar que aún si se cumplieran los pronósticos del gobierno en el presupuesto, la Argentina quedaría tanto en 2009 como en 2010 por debajo de los niveles promedio de crecimiento del mundo. De esta manera, nuestro país pasaría de ser uno de los líderes en cuanto a ritmo de crecimiento mundial en el período 2003-2007 a ubicarse entre los que crecen menos. Sería difícil explicar este cambio tan impactante en la dinámica de crecimiento sin hacer referencia al cambio en la situación política desde el inicio del conflicto con el campo, a principios de 2008. En línea con esto, pareciera que en los próximos meses la evolución de la economía seguirá dominada por la política.  

Enlace externo