La economía argentina entró en el segundo trimestre del año con un nivel de actividad en aumento, el valor nominal del dólar estable y una tasa de inflación alta que tiende a consolidarse, impulsada por las políticas expansionistas del gobierno en el plano fiscal, monetario y salarial. Estas políticas estaban teniendo efecto sobre todo en relación al consumo, ya que la inversión no termina de afirmarse debido a que la incertidumbre, que alimenta la salida de capitales más que la compra de activos productivos. Otro hecho relevante del comienzo de trimestre fue que las autoridades lanzaron finalmente la oferta de canje con el objetivo explícito de volver a colocar deuda en los mercados internacionales. El acceso al mercado de crédito internacional aparece como una necesidad debido a que el sector público ha vuelto a generar déficit significativos. Como tanto la reactivación económica como el lanzamiento del canje eran eventos anticipados, si esto hubiera sido todo, se habría tratado de un comienzo relativamente “tranquilo” del trimestre. Las noticias sobre hechos graves de corrupción, asociados con el comercio con Venezuela habrían primado sobre las estrictamente económicas.
En el reciente World Economic Outlook de abril (WEO, IMF 2010a), del FMI se destacan los avances de la economía mundial luego de la crisis de 2008. En particular, se habla de una recuperación “a velocidades diferentes”, con países de Asia, Africa y de América Latina liderando la respuesta. En estos países podemos hablar de una recesión “normal”: baja caída del producto y rápida recuperación del pico anterior a la crisis. Este tipo de dinámicas se asemejan a la visión de las fluctuaciones de Milton Friedman (1988), de un producto revirtiendo rápidamente a su tasa de crecimiento “natural” o de tendencia. Más aún, en muchos casos la recesión se dio al nivel de la frecuencia cíclica sin que la economía haya registrado una contracción (China, India o Uruguay, por ejemplo).
El debate actual en las Cumbres de Mercosur sobre un nuevo diseño institucional que se adecúe al particular desarrollo del FOCEM y a las nuevas necesidades surgidas del uso del mismo, reabre el interés por saber cómo ha sido el devenir de este Fondo en sus años de operación.
Los datos de Cuentas Nacionales recientemente publicados por el BCU señalan que el PBI presentó durante 2009 un crecimiento real promedio de 2,9% respecto a 2008. Este registro confirma el diagnóstico manejado por cinve desde mediados del año, respecto de que la crisis internacional tendría un impacto reducido sobre el nivel de actividad en el país.
Dónde estaba Brasil en septiembre de 2008
Desde el inicio de la década de 1980, la economía brasileña se encontraba aprisionada en una trayectoria de bajo crecimiento en el cual se alternaban fases de estancamiento –más largas- y ciclos de expansión –más cortos-. Una de esas fases de mayor dinamismo estaba en curso cuando en septiembre de 2008, después de la quiebra de Lehman Brothers, la crisis financiera mostró su cara más agresiva.
El dato de inflación de febrero muestra un comportamiento de los precios que se mantiene en la línea de los últimos meses, caracterizado por un incremento general moderado. Dicho crecimiento es impulsado principalmente por factores internos en la medida en que las presiones internacionales son reducidas.
La inflación sigue firme y no se vislumbra en el horizonte de corto plazo ningún factor de relevancia que pueda inducir una desaceleración significativa. Según los registros independientes, la inflación acumulada del tercer trimestre estaría cerca del 8%, lo que convertiría a este trimestre en el más inflacionario desde la crisis de la convertibilidad en 2002. A pesar de esto, las autoridades persisten en negar el fenómeno. El ministro de economía sostiene que el aumento generalizado de precios no existe y que, a lo sumo, se registran ciertas tensiones (sic) generadas por cambios en los precios relativos. El intervenido INDEC, a su vez, continúa informando índices de precios que están muy lejos de reflejar lo que observan entidades y analistas independientes. Fundándose en esos índices el gobierno afirma no percibir la necesidad de encarar un programa anti-inflacionario. Es más, la presidenta dijo explícitamente que no está dispuesta a realizar un “ajuste” por tal motivo.
El año 2008 será recordado por la eclosión de la crisis financiera internacional que sacudió los mercados financieros y se esparció rápidamente por el mundo. La rápida desinflación de activos originada en el mercado sub-prime norteamericano desencadenó un proceso mismatch entre activos y pasivos en las instituciones financieras, que, debido a sus proporciones y a la crisis de confianza que sucedió, provocó la quiebra de diversas instituciones financieras en varias partes del mundo. Los gobiernos se apresuraron a movilizar recursos para dar sustentabilidad financiera a instituciones cuyo porte e importancia económica habrían podido agravar aún más la crisis financiera, generando así un mayor costo a los contribuyentes. Como se sabe, los efectos de la crisis que se originaron en el mercado financiero contagiaron a los demás mercados y afectó a la economía real: la crisis de confianza contrajo la liquidez, líneas de financiamiento fueron suspendidas, los consumidores revisaron sus decisiones de gasto y la producción y ventas cayeron.
El gobierno se prepara para una travesía en el desierto con problemas en el suministro de agua y sin contar con un buen mapa. La analogía se justifica porque de aquí al final del mandato el ejecutivo deberá transitar por un sendero en el que se verá presionado por fuertes demandas sectoriales, sociales y de su clientela política sin contar con suficiente poder político y recursos fiscales para arbitrar y ordenar esas demandas. De hecho, el gobierno venía ya transitando por el desierto, debido a que su caudal político se venía erosionando prácticamente sin pausa al menos desde el conflicto con el campo. Sin embargo, hasta ahora había logrado mantener un suministro razonable de agua. Había conseguido los recursos fiscales para financiar lo que fue su estrategia básica: aumentar el gasto público a los efectos de evitar un deterioro aún más acelerado de su poder político. Subiendo el gasto, las autoridades lograron satisfacer demandas de grupos políticamente afines (gobernadores; dirigentes sociales); evitar conflictos con sectores con alta capacidad de presión (ciertos gremios) o posponer ajustes de precios relativos (transporte, energía). Por supuesto, conseguir los recursos para financiar el aumento constante del gasto no fue sencillo e implicó costos políticos crecientes.
A partir de 1995 el Acuerdo de Ouro Preto incorporó una serie de instrumentos orientados al perfeccionamiento de la unión aduanera, algunos ya anunciados en marzo de 1991 cuando se firmó el tratado de Asunción. Es decir, se trataba de libre comercio dentro de la región y una política comercial común con terceros países. Una Política comercial común se compone de varias partes, entre las que se destacan: un Arancel Externo Común y la Distribución de su recaudación, la Clasificación de mercancías y la Valoración en aduanas, la Concesión de preferencias a terceros países, y los Regímenes especiales e instrumentos comunes de Defensa comercial.
En la sección 2 se presentan los principales elementos de la transición hacia el Arancel Externo Común en el MERCOSUR y en Argentina, seguida en la sección 3 por una discusión respecto de las Instituciones de defensa comercial respectivas. En la sección 4 se presentan evidencias sobre la práctica del antidumping en Argentina. Luego en la sección 5 se realizan los comentarios finales.