Gobernador del Estado de San Pablo.
Conocida en los años 80 como el continente de las crisis, hoy América Latina está en una posición particular, que recuerda en algunos aspectos a su situación durante la Gran Depresión. De la misma forma que 80 años atrás, y en contraste con episodios más recientes, nuestra región se encuentra nuevamente en condición de víctima, y no de causante de la crisis económica. Otra semejanza con los años 30 es que la mayoría de las economías latinoamericanas se van a recuperar más rápidamente que las economías centrales.
Dada la condición de economía pequeña y abierta que presenta Uruguay, las modificaciones en el contexto macroeconómico internacional impacten en forma significativa en las variables domésticas. Esto implica que si bien el Gobierno tiene un margen para hacer política económica, el mismo es acotado y debe responder a los diferentes shocks internacionales. Siguiendo esta línea, y frente a los vuelcos que ha sufrido la economía mundial en estos últimos meses, el Gobierno ha debido enfrentar diversos desafíos de política económica. Estos fueron variando con el correr de los meses.
Los nuevos fenómenos de especialización comercial en servicios han sido identificados bajo la denominación de “comercio de tareas”. Este fenómeno está asociado a la onda de fragmentación de la producción de manufacturas de las dos últimas décadas del siglo pasado. La magnitud del fenómeno a escala global puede ilustrarse con algunas cifras de la evolución del comercio internacional. En las dos décadas que van desde mediados de los ochenta a mediados de la actual década, el comercio de bienes se multiplicó por un factor de algo más que seis en tanto el comercio mundial de servicios lo hizo por un factor de siete. En particular el comercio de otros servicios comerciales se multiplicó por un factor de diez (ver figura 1)
Introducción
El desempeño de la economía brasileña en los últimos años ha estado marcado por la importancia creciente del comercio exterior para el sector industrial, lo cual se debe tanto al incremento de la participación de las ventas externas en las ventas totales, como a la creciente participación de los insumos importados en la producción de la industria local. Ese proceso tuvo elementos muy positivos, como el aumento en la eficiencia y la competitividad de las empresas nacionales en relación a los patrones internacionales, la reducción de los costos de inversión y de producción de las firmas nacionales, propiciada por el mejor acceso a insumos y bienes de capital importados, y el aumento en los niveles de bienestar de los consumidores, gracias a tener acceso a mayor variedad de bienes importados.
Por otro lado, ese proceso trajo también preocupaciones en relación al desarrollo futuro del sector industrial brasileño, a causa de la mayor competencia de productos importados. En efecto, el aumento del coeficiente de penetración de importaciones, asociado a la continua valorización de la moneda brasileña, llevó a algunos analistas a temer por una eventual desindustrialización de la economía, como resultado de la llamada “enfermedad holandesa”, fenómeno por el cual la estructura productiva y la estructura de exportaciones del país pasaría a depender crecientemente de un pequeño número de sectores productores de bienes basados en recursos naturales, en detrimento de una estructura industrial más diversificada.
Esta nota pretende presentar y analizar la evolución reciente del coeficiente de exportación –medido por la participación del valor de las exportaciones en el valor total de la producción de la industria-, y también el coeficiente de penetración de importaciones, que mide la participación de los bienes importados en el total del consumo doméstico aparente de los bienes industriales.3
El resultado de las elecciones del domingo tiene una virtud: es muy fácil de leer y no deja margen para las interpretaciones; una clara mayoría de ciudadanos se expresó en contra del rumbo que el gobierno tomó en el último año y medio. Más allá de esto hay, por supuesto, una serie de cuestiones que sólo se irán develando con el tiempo ya que son varios los interrogantes abiertos. Por su importancia para la economía, es importante remarcar tres cuestiones que será central monitorear en su resolución.
La balanza comercial brasileña registró en Mayo un superávit de U$S 2,65 mil millones, con una reducción del 34.9% en relación al saldo registrado en el mismo mes del año anterior.
Las exportaciones sumaron U$S 12 mil millones en el mes, con una contracción del 37,9% en comparación con Mayo de 2008, el peor desempeño en más de 20 años. En el año, la caída acumulada es del 23%.
Funcex revisó hacia abajo sus proyecciones para las exportaciones e importaciones en 2009. Las primeras deberían cerrar el 2009 en U$S 163 mil millones, con una caída de 17,6%, y las segundas sumarían U$S 137 mil millones, con una caída del 20,9%. Así, el saldo comercial alcanzaría U$S 26 mil millones.
Nuevos fundamentals para el desarrollo y la explotación de los recursos naturales renovables. Tradicionalmente las actividades relacionadas con el uso de la tierra fueron sinónimo de producciones poco dinámicas. Tanto en lo tecnológico como en lo productivo su evolución fue asociada preponderantemente a los vaivenes climáticos. A su vez, producción agropecuaria y alimentos eran casi sinónimos y compartían el calificativo de “lo primario”; ocupaban parte relevante de los denominados recursos naturales y se diferenciaban de otros -como minerales y combustibles- sólo por sus posibilidades de renovación. En los últimos 30 años este panorama comenzó a cambiar de forma sustantiva en un proceso aún en curso y en el cual se inscribe la denominada crisis financiera actual. A diferencia de otras actividades también sujetas a modificaciones estructurales, en esta actividad se prevé que “lo mejor está por ocurrir”. De allí la necesidad de examinar la actual crisis desde una doble perspectiva: i) los cambios estructurales en curso y ii) los movimientos de corto plazo asociados con la crisis financiera. El epicentro de este artículo -cercano al ensayo- sugiere que la resolución del contexto global sentará las bases para posicionarse en el nuevo escenario tecno-productivo de los recursos naturales renovables industrializados (agro-pecuario, pesca y otros).
Los llamados “brotes verdes” de recuperación económica que se observaron a principio de junio parecen ser más débiles de lo inicialmente esperado. Martin Wolf resalta que, si nos guiamos por la experiencia de la crisis de los 30, todavía parece quedar camino por desandar antes de la recuperación. En particular, Wolf opina que las dos fuerzas en pugna son (i) los estímulos sin precedentes de los gobiernos de los países desarrollados y (ii) el esfuerzo del sector privado por reparar sus hojas de balance para asegurar su sostenibilidad.
La crisis internacional se está transmitiendo hacia América Latina a través de canales tanto financieros como comerciales. Una idea respecto del tamaño de los shocks que está recibiendo la región la da el impacto sobre el grupo LAC-4 (Argentina, Brasil, Chile y México). Este grupo, que representa cerca del 80% del PBI regional, está sufriendo simultáneamente un sudden stop y un colapso de comercial, con fuerte caída tanto de exportaciones como de importaciones.
Los desequilibrios que el mundo desarrollado está experimentando son tan marcados que, seguramente, el período de la “gran moderación” del ciclo que se observó en esos países en las últimas décadas puede darse por terminado. Como consecuencia de este abrupto final, la visión respecto de los desequilibrios y la estabilidad está cambiando rápidamente. En vista de la evolución de algunas variables en el presente –racionamiento agudo del crédito, déficit fiscales por encima de 10% del producto– y su evolución futura –ratios de deuda pública bien por encima del 100% del PBI– podría decirse, utilizando un concepto popularizado por Axel Leijonhufvud, que las economías avanzadas están transitando senderos que se encuentran fuera del “corredor” de estabilidad en torno al pleno empleo.