Mejor, igual, peor. La macro internacional post-crisis

2011

buy tadalafil cialis visit the website cialis cost description cheapest cialis sell home ¿Dónde estamos en la salida de la crisis? ¿cuánto se ha avanzando?¿Qué desafíos se presentan? en lo que sigue trataremos de responder a estar preguntas.

 

Finalizado el primer año de la recuperación, puede ser un buen momento para evaluar el grado de avance de la economía internacional luego de la mayor crisis de las últimas décadas. La evidencia sobre el nivel de actividad permite mirar la recuperación con optimismo: tanto los avanzados como los emergentes se encuentran en terreno positivo. El gráfico 1 nos muestra que el mundo se expandió un 4.5% en 2010, luego de haberse contraído un 0.6% en 2009. Es interesante notar que la dinámica de salida reproduce lo ocurrido en la última década (tanto en expansión como en recesión): el diferencial en la tasas de crecimiento a favor de las economías emergentes. En efecto, la participación de estas en el PBI mundial creció en forma continua desde 2000 en adelante. Para las economías ricas tampoco ha sido un mal año: salieron de las crisis mejor parados en el episodios previos (v. gráfico 2).

Panel 1: Mejor 

Gráfico 1. Crecimiento de la economía mundial

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Fuente: IMF 

 

Gráfico 2

Evolución del mundo avanzado en los episodios de crisis

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Fuente: Elaboración propia en base a conference board 

 

Hacia dentro del mundo avanzado no reina la uniformidad. Estados Unidos lleva la delantera, aunque todavía es sostenido por las masivas políticas de estímulo. Le siguen Japón y más atrás Europa. Pero, más allá de esta discriminación regional, lo cierto es que la heterogeneidad es amplia, lo cual significa que  la recuperación trajo consigo una mayor dispersión del crecimiento en el mundo avanzado. Así, nuevos reordenamientos se esperan. En particular, varios países crecieron por debajo de la tendencia, o directamente contrajeron su nivel de actividad en 2010, mostrando que la crisis tuvo efectos permanentes y no solo transitorios. Para ellos, entonces, la recuperación propiamente dicha deberá esperar.

 

Esta  divergencia en la dinámica de crecimiento de los países ricos tiene que ver con los perfiles de vulnerabilidad macroeconómica prevalecientes en este grupo y que se relacionan tanto con la expansión de mediados de década como con la crisis posterior. Por un lado, la configuración de los desbalances globales durante 2003 y 2007 dejó a muchos países deudores con una alta fragilidad externa; por ello, y quizás con  la única excepción de Estados Unidos, los países deudores ricos necesitan hacer frente a un fuerte ajuste externo. Por otro lado, la crisis dejó a los gobiernos con niveles de deuda pública muy por encima de los registros de décadas pasadas. De hecho, para el grupo de G7 el ratio deuda/PBI se encuentra en el máximo desde la segunda guerra mundial.  En Estados Unidos la administración de Obama ya llegó al límite preestablecido de endeudamiento, y las negociaciones en el congreso sobre su posible revisión al alza aún no han  terminado. La mayor vulnerabilidad, no obstante, se encuentra en Europa, en el grupo de los PIIGS (v. gráfico 3). En estos países a la alta vulnerabilidad fiscal y externa se le suman conexiones perversas con el sistema financiero. En Italia o Irlanda, por ejemplo, los bancos tienen en cartera títulos públicos por 25 / 30% del PBI. Así, aún recuperado en parte  el riesgo de default de la deuda pública  sigue alto y redundará en repetidos episodios de inestabilidad financiera global.

 Gráfico 3

Igual I:

La vulnerabilidad macro en el mundo avanzado sigue alta, lo cual alimenta la inestabilidad financiera

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Fuente: Elaboración propia en base a IMF

 

En los otros países desarrollados el nivel de actividad se recupera, pero otros problemas persisten. El principal se relaciona con los efectos de la crisis financiera. En Estados Unidos y en el Reino Unido los hojas de balance del sector privado no financiero siguen vulnerables: el proceso de desapalancamiento lleva su tiempo y retrasar el ajuste tiene sus réditos políticos. Además, en un primer momento se pensó que la crisis subprime significaba el “rebalanceo global”, es decir, la desaparición de los desbalances globales que primaron los años previos. Efectivamente, como se muestra en el gráfico 5, durante 2009 los deudores como Estados Unidos y los PIIGS redujeron sus necesidades de financiamiento externo y los acreedores como China, Alemania y Japón achicaron su superávit de cuenta corriente. Sin embargo, antes que constituirse una tendencia, el regreso del crecimiento devolvió a los países a su condición pre-crisis y los desbalances prevalecieron.  

Gráfico 4. Igual II: la fragilidad financiera en EEUU

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 Fuente: Elaboración propia en base a IMF

 

Gráfico 5

igual III: los desbalances globales

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Fuente: IMF

 

Por supuesto, una porción de este desbalance se relaciona con el alto precio las materias primas (v gráfico 6). La creciente inflación en alimentos y el nuevo ciclo expansivo del precio del petróleo presiona sobre la cuenta corriente de los países compradores, ya que se trata de demandas inelásticas. Para los países productores de bienes industriales el efecto es realmente fuerte: el poder de compra de estos últimos cayó casi a la mitad si comparamos los noventa con los datos de principios de 2011. Así, más allá de los efectos sobre las canasta de consumo, a nivel macroeconómico esta dinámica generará, de persistir, la profundización de los desbalances globales previos a la crisis. 

Gráfico 6: Peor I

La inflación en alimentos

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Fuente: IMF

 

No todo es permanencia: del lado de los deudores, los países del grupo PIIGS deberán ajustar sus cuentas externas, de manera que su aporte a los desbalances será menor. Y del otro lado, el gráfico 5 también nos muestra el grupo de otros países acreedores, fuera de Alemania, Japón y Asia emergente, se pasaron de bando, colaborando del lado de los deudores. Este fenómeno tiene un antecedente, asociado al carry trade de 2003-2008, pero se profundiza en la recuperación. Ello se debe al exceso de liquidez internacional que generaron las políticas de relajamiento cuantitativo de las economías avanzadas. Con la recuperación regresó el apetito por el riesgo; las frágiles hojas de balance del sector privado hicieron que los capitales volaran hacia el mundo emergente. El resultado fue la guerra de monedas, en la forma de una fuerte presión apreciatoria en los países en desarrollo y un consecuente empeoramiento en su resultados comerciales externos.  El panel 2 exhibe la dinámica de la guerra de monedas para dos regiones: Asia emergente (China incluida) y América Latina. El contraste es impactante. En Asia en el período 2008-2010 se acumularon reservas internacionales por 6 puntos del PBI. Dos tercios de dicha acumulación correspondieron al superávit de cuenta corriente y el tercio restante al influjo de capitales. En América Latina también se incrementaron las reservas, pero por 0.7% del PBI. La entrada neta de capitales fue relativamente similar a la de Asia emergente (cerca de 1.8%), pero la diferencia radicó en la cuenta corriente: para la región occidental 2008-2010 fue un período de déficit de cuenta corriente. En el gráfico de abajo aparece quizás el principal causante de esta diferencia: el grado de apreciación cambiaria. En efecto, mientras en Asia emergente el tipo de cambio real se mantuvo relativamente estable en el último año, no fue el caso de América Latina, donde se apreció hasta llegar a niveles aún menores a los prevalecientes antes de la crisis.  

 

Panel 2

peor II: la guerra de monedas

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Fuente: Elaboración propia en base a IMF

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