Uno de los rasgos característicos de la crisis global actual es el regreso del proteccionismo en sus diversas formas. La World Trade Organization relevó que para agosto de 2009, 13 de los 20 países del G20 ya habían anunciado algún tipo de medida proteccionista. Economías pequeñas y abiertas como la uruguaya se vuelven muy vulnerables frente a un mundo “más cerrado”. Desde la dependencia del punto de vista comercial, pasando por la relevancia de la inversión extranjera directa y terminando por el peso de los depósitos de no residentes en el sistema financiero local, Uruguay depende de que el mundo quiera abrirse para crecer. En esta segunda nota nos ocupamos de los efectos del proteccionismo sobre la cuenta de capital.
La inflación ha estado ocupando un espacio protagónico en el último mes. Un primer disparador lo constituyó el hecho de que el FMI le fijara un plazo a la Argentina para mejorar la metodología que usa el INDEC. También influyó que varios actores sociales, entre los que se destacaron varios sindicatos oficialistas y no oficialistas, declararan no estar dispuestos a tomar en cuenta la inflación del INDEC a la hora de decidir sus reclamos. En este contexto, la protesta de la Gendarmería y la Prefectura agregó tensión y puso al desnudo cómo el conflicto distributivo y las negociaciones sobre salarios se dificultan en contextos inflacionarios. Nótese que, aún cuando se asumiera que el error en la liquidación fue totalmente involuntario, es mucho más probable equivocarse en montos de 30% o 50% cuando la inflación es alta. Desde el punto de vista del impacto en la opinión pública, no obstante, lo que más contribuyó a poner la inflación en el centro de la escena fue que la Presidenta de la Nación afirmara en la Universidad de Georgetown que si la inflación fuera del 25%, el país estallaría.
El panorama macroeconómico de la eurozona es cada vez más desolador. Los pronósticos de crecimiento son desalentadores y en muchos de sus miembros se tardará más de una década en volver al nivel de actividad previo a la crisis; de allí la semejanza con la “década perdida” latinoamericana y el malestar social que se palpita en Europa. Además de la dinámica en los países deficitarios y con niveles de endeudamiento del sector público elevados, en forma creciente el foco va apuntando hacia Alemania y cómo la política interna puede reducir los incentivos del país más grande de la región para cooperar regionalmente y puede de esta manera aumentar las presiones hacia la desintegración de la eurozona. Dos factores poderosos -y relacionados- hacen que para Alemania salvar a la Eurozona no sea un simplemente un tema de solidaridad, sino la opción más conveniente a sus propios intereses.
Un régimen económico se define, antes que nada, por su marco institucional; por las reglas de juego que establecen desde los derechos de propiedad hasta las políticas fiscales y la forma de inserción en la economía global. Si bien las reglas de juego por sí solas no generan riqueza, su papel en el crecimiento es clave porque influyen decisivamente sobre los incentivos y la coordinación de las actividades económicas. De aquí que, dos economías con recursos idénticos, pueden mostrar desempeños muy diferentes si la calidad de sus marcos institucionales difiere. Una complicación adicional es que, independientemente de su calidad, las reglas deben ser estables para hacer su trabajo. Si cambian muy seguido son poco creíbles y, por ende, ineficaces para modelar la conducta de agentes que, al decidir anticiparán, que las reglas pueden ser modificadas.
Uno de los rasgos característicos de la crisis global actual es el regreso del proteccionismo en sus diversas formas. La World Trade Organization relevó que para agosto de 2009, 13 de los 20 países del G20 ya habían anunciado algún tipo de medida proteccionista. Economías pequeñas y abiertas como la uruguaya se vuelven muy vulnerables frente a un mundo “más cerrado”. Desde la dependencia del punto de vista comercial, pasando por la relevancia de la inversión extranjera directa y terminando por el peso de los depósitos de no residentes en el sistema financiero local, Uruguay depende de que el mundo quiera abrirse para crecer. En esta nota nos ocupamos de los efectos del proteccionismo sobre la cuenta corriente.
Cuando se compara la evolución de la actividad económica en el primer semestre de este año con la de igual período del año anterior se comprueba la real dimensión de la desaceleración que ha sufrido el nivel de actividad en Argentina. La tasa de crecimiento de todos los componentes de la demanda agregada se mueven en la misma dirección de caída, con excepción del gasto público que ha seguido evolucionando de forma sostenida, como lo viene haciendo en los últimos años.
En este artículo se aporta una mirada alternativa para evaluar cuán expuesta se encuentra Uruguay frente a la crisis mundial y las medidas proteccionistas, principalmente las provenientes de su mundo más relevante, esto es la región. Se analiza la incidencia de las variables externas, particularmente las regionales en el crecimiento de nuestra actividad económica.
El índice de precios de exportación mostró un leve aumento en mayo, un 0,3%, en comparación a abril, motivado por aportes positivos de los productos básicos (0,7%) y las manufacturas (0,4%). Los precios de productos semi-manufacturados se redujeron este mes, un 1,0%.
En las tres décadas que van de 1950 a 1980 Brasil ocupó un lugar privilegiado entre los países de más alto crecimiento del PBI per capita, equiparándose inclusive a los países europeos que se encontraban en reconstrucción luego de la segunda guerra. La economía del país vecino creció en forma ininterrumpida desde 1948 a 1980 y el PBI per capita relativo a Estados Unidos pasó de 17% al 27% en dicho período, en un proceso de convergencia macroeconómica que apenas fue superado por un puñado de países, como es el caso de Corea. Sin embargo, desde 1980 en adelante el desempeño macroeconómico fue más bien decepcionante: el crecimiento se estancó y el país comenzó a perder posiciones en el concierto de las naciones. La divergencia fue marcada a lo largo de la década perdida, pero el crecimiento fue tan débil que no alcanzó para retornar al camino de la convergencia. Como resultado de todo esto, hoy el PBI per capita de Brasil es un 20% del de Estados Unidos.
La economía argentina ha entrado de manera decidida en la región del ajuste macroeconómico. No es difícil reconocer los síntomas para realizar el diagnóstico. Independientemente de los desequilibrios que en cada momento lo hicieron necesario, en la Argentina el ajuste ha tenido siempre una marca distintiva: la ocurrencia simultánea de inflación con recesión.