Documentos para dialogar y co-crear: propuestas de políticas para la agenda del Uruguay del futuro
El rasgo que define la coyuntura argentina es la incertidumbre. La forma más sencilla de comprobarlo es tratar de explicar lo que ocurre con la inversión, la creación de empleo o la demanda de dólares sin referirse a ella.
La economía paraguaya ha sufrido transformaciones significativas en los últimos diez años, particularmente en cuanto a su estructura productiva y a su capacidad de inserción internacional. En el año 2000 las exportaciones representaron el 12% del PIB y diez años después el coeficiente alcanzó a 26%. Si se compara el valor total de las exportaciones de años recientes en relación a la de los noventa se observa que las mismas se multiplicaron por seis: un verdadero “salto exportador”. Este fenómeno se debe, entre otros, al desarrollo del complejo oleaginoso y a las innovaciones tecnológicas y de buenas prácticas introducidas en el sector cárnico.
La marca distintiva de la coyuntura es la persistencia de significativos desequilibrios macroeconómicos que se expresan de diferentes formas: Veloz incremento de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo Aceleración de la inflación en enero: anualizada supera cómodamente el 30%Mayor dispersión en las expectativas de precios por aumento de incertidumbreParitarias probablemente conflictivas, con reclamos en base a inflación esperadaInversión deprimida y clima de negocios debilitado por políticas discrecionales
En este contexto, las perspectivas respecto del nivel de actividad y, sobre todo, en relación a la creación de empleos para 2013 son mediocres, al tiempo que la inflación esperada es mayor. Se trata de un panorama poco halagüeño para el oficialismo en un año electoral. Por ello no sorprende que el gobierno haya estado muy activo en el plano económico.
Desde hace ya más de dos años la inflación se encuentra desalineada con respecto al rango meta objetivo del Banco Central del Uruguay (BCU), sin embargo en los últimos meses ésta se ha ubicado por encima de 9%, encendiendo una luz de alerta en términos de riesgos severos para la estabilidad de precios. Esto determinó que la inflación se ubique en el centro de la discusión económica. Dada la vigencia del debate sobre las causas del proceso inflacionario y sus posibles soluciones, se torna relevante reseñar las perspectivas en este sentido para el año que viene, indicando que, posiblemente, este sea uno de los mayores desafíos en términos de política económica.
Históricamente uno de los efectos negativos de la especialización en los recursos naturales se asoció al estancamiento en la expansión del producto por habitante. La idea básica reconocía que una estructura económica sesgada hacia los productos primarios era para un país sinónimo de apostar por el caballo equivocado, en tanto se estimaba que era en las franjas industriales donde se concentraban los sectores “especiales”, es decir, aquellos con rendimientos crecientes a escala y con mayores externalidades positivas hacia el resto de la economía. Los contrastes entre la producción de bananas y la de relojes, por dar un ejemplo, eran considerados evidencia suficiente de esta disparidad en la distribución sectorial de la tecnología y las externalidades, sirviendo entonces de base para justificar el proteccionismo en el comercio exterior. Hoy, décadas después, la distinción ha dejado de ser tan nítida (¿hay menos valor agregado en el soja que en la maquila?) y los debates han resurgido. ¿cuánto se ha avanzado en esta discusión? En lo que sigue resumimos los desarrollos recientes.
En lo que va de 2013 el dólar subió casi 10% en el mercado informal, con lo que la brecha entre el dólar oficial y el paralelo se ubicó en 50%. Si la brecha se mantuviera en ese nivel, ello constituiría una amenaza permanente para la estabilidad: podría inducir una aceleración en la inflación o una corrida sobre el mercado de cambios en la medida que las firmas, los sindicatos y los inversores comenzaran a formar expectativas sobre la evolución futura de los precios dando una mayor ponderación al dólar marginal. Para muestra basta un botón: el presidente de la UIA acaba de utilizar el Rodrigazo como metáfora para referirse a la necesidad de limitar los reclamos salariales en la paritaria. En este contexto, no es exagerado afirmar que una brecha de 50% constituye una verdadera espada de Damocles que pende sobre la estabilidad macroeconómica.
En noviembre las exportaciones brasileñas cayeron en relación con el mismo mes de 2011, al igual que lo ocurrido con las importaciones. El superávit comercial del mes fue deficitario por 187 millones dólares en el mes, siendo el segundo resultado negativo del año. En los primeros once meses de 2012 la balanza comercial arroja un resultado positivo de 17200 millones de dólares. El Funcex proyecta un superávit en la balanza comercial en 2012 de 18 mil millones de dólares, con exportaciones de 243 mil millones de dólares e importaciones de 225 mil millones de dólares.
Recién ahora, cuando contabilizamos los efectos de la crisis Subprime, parece generalizarse un hipótesis que se venía confirmando en el mundo emergente: desde la ruptura de Bretton Woods (aquel esquema de acuerdos supra-nacionales que reguló el comercio y las finanzas entre la salida de la segunda mundial y principios de los setenta), la globalización ha sido una fuente de inestabilidad macroeconómica para los países que apuestan a ella. Las crisis financieras han sido recurrentes, han traspasado fácilmente las fronteras nacionales y han generado efectos profundos y persistentes sobre los niveles de actividad y empleo. La pregunta que surge es: ¿Es la volatilidad financiera una consecuencia inevitable de la globalización post-Bretton Woods?
Documento de Trabajo Nº 1 – 2013